Más de 10 años que no iba a Ibiza a competir y hacer el Campeonato De España de Triatlón de Larga Distancia ( últimas apariciones en 2003-04). Diría que es como retroceder en el tiempo si no fuese por la logística y las bicis, pues muchos compañeros que ya corrían entonces los vuelvo a ver en estas tierras y la organización es incluso más floja que en aquel entonces; lo que me indicaría retroceder aún más.
Parece mentira, que en los tiempos que corren, donde todo a nivel organizativo y de planificación de eventos ha avanzado una barbaridad, las pruebas federativas sigan siendo tan pobres (excepciones como Valencia y Elche, en las que el señor Ximo, el organizador, que es un apasionado de esto; no lo organiza la fede).
A pesar de esos detalles, competir en Ibiza siempre merece la pena. El agua para nadar y su paisaje en bici son admirables.
Pintaba desde el jueves que llegué a la Isla, que iba a ser un fin de semana peculiar, la inmovilidad en el hotel por una lluvia torrencial en los primeros días allí, era solventada con la expectación que causaron las peculiaridades del hotel en el que nos alojamos.
Así se mantuvieron los dos primeros días de estancia: descanso, mover el cuerpo bajo la lluvia y comentar entre todos la decoración y distinción del hotel.
Abriendo un pequeño paréntesis, quiero agradecer a Alberto y Lara (dos de mis deportistas) la compañía estos días y a su amigo Pablo, todo lo que nos ha proporcionado este fin de semana. Por otro lado felicitar a Alberto en su gran estreno en la Media Distancia,en un Half nada fácil.
Yo como siempre, en modo competición, hablando lo justo, con la mente en lo que puede pasar, bebiendo mucho y comiendo más ,pues en la última semana siempre me quedo “chupao” aunque coma 6 veces al día.
A todo esto se le suma que este fin de semana era la primera jornada del Máster de Alto Rendimiento en deportes Cíclicos que haré este año ,pero que por suerte esta era una jornada on line. Así que allí estaba yo, acompañado de los adornos de la pared, por Isa que ya llegaba el viernes, atendiendo online las jornadas del máster y esperando la hora de salida.
Tras una espera peculiar donde la recogida de dorsales ya me confirma que pocas cosas han cambiado a nivel logístico y de organización en la prueba, venía un pre- competición y una competición intensas. Iba a ser intensa pues se hizo muy importante tirar de experiencia para todo lo que iba a acontecer en la prueba.
Por lo pronto, el día previo a la prueba, ajustando tornillos y preparando la bici… “CLACK”, así sonó el tornillo de la tija. Dejó de apretar como debía, ya venía tocado porque me sonaba al meter potencia en el pedal y apoyarme fuerte, pero ese día ya dio de sí. ¡Buff! ¿qué hacer?. Subí la tija medio centímetro más, ajusté despacio hasta donde daba y apreté el otro para controlar lo máximo posible la situación. Sólo quedaba que aguantase la prueba. Si no aguantaba ya me bajaría e iría solucionándolo.
Nos acostamos pronto, pero esa última noche no se duerme demasiado bien. Por eso, las dos noches previas al evento son las más importantes. No se puede estar esas noches trasnochando con la excusa de que todavía no es el día de la prueba. Nos levantamos con un buen desayuno ( gracias al personal de hotel que nos trataron de maravilla) que no cargase en exceso el sistema digestivo poco más de dos horas antes de la prueba y luego a coger bolsas y al área de salida.
Desde el 70.3 de Lanzarote había nadado 4 veces (4 sesiones en un mes, ni se os ocurra hacer estas cosas a vosotros) la bici la había cogido algo más pero llevaba ya bastantes kilómetros en la preparación de Roth y del 70.3 Lanzarote, y en cuanto a la carrera, decidí no sobrepasar ningún entrenamiento los 15k de carrera. ¿Por qué todo esto? Ya llevaba mucha tralla del año y aquí debía llegar con la reserva y a cumplir con el trámite. Total, serían unas 8 horas de “marcha” y “fiestón Ibicenco”.
La natación sin conocerla se puede intuir que iba a ser movida. Siempre que vayáis a hacer una prueba que se aleje más de 800 metros de la orilla, preparaos para que haya movimiento y corriente.
Así fue, me dediqué la primera vuelta a nadar sin cansarme y conocer cómo funcionaba la corriente, las boyas se veían más lejos que el año anterior cuando fui de espectador. Seguramente las alejaron de los acantilados de la Isla de Las Ratas (se dan dos vueltas por detrás de ella) por seguridad. Ya el encarar la primera boya se notaba corriente del lado derecho que te desviaba un poco a la izquierda, por tanto ir a segunda boya se preveía duro, pues nos enfrentaríamos a la corriente y además podríamos tener el rebote del corte de detrás de la isla. ¿Se piensa todo esto nadando? Pues sí, cuando ya tienes experiencia y tu mente está en la prueba, sí.
La situación hacía cambiar el ritmo respiratorio y la forma de sacar la cabeza ( por eso hay que hacer muchas sesiones respirando de diferentes maneras). Aunque eso era lo más divertido por los golpes en la cabeza de las “olitas”, la diversión no terminaba, encarar tercera boya era divertido pues para avanzar a ella no debías colocar el cuerpo encarándola, si lo hacías terminabas en la isla. Se debía poner uno, a nadar levemente en diagonal y así se iría avanzando. El regreso era sencillo, si colocabas bien el cuerpo, la corriente hacía efecto surf y te ayudaba aunque si te despistabas, te podía pasar como alguno que se le veía venir casi de otra playa. ¡je!
Bueno, pues se acaba la primera vuelta, en mi mente estaban algunos conocidos e Isa ,pues el agua no era fácil y todo el mundo iba a tener alguna dificultad. Miro reloj y sin fatiga veo 39’, pienso… o esto está largo, o las corrientes no me han dejado avanzar o me he tocado mucho… ya que no estaba cansado y podía afrontar la siguiente vuelta sin problema y con más fuerza si quería.
Efectivamente, 2ª vuelta más rápida con aumentar un poco la frecuencia de brazada y como pensaba, la natación era de unos 4400 metros y no de 4000 como me pudieron corroborar muchos otros participantes. Una natación larga y difícil que dejó a muchos fuera de competición sin poder pasar el corte de prueba del segmento de agua+ciclismo.
Ahora viene lo bueno, la bici. Un segmento ciclista que si llevas bici de ruta con acoples no echas en falta la “cabra” (para que lo sepáis los que vengáis algún otro año) y la incertidumbre de mi tornillo.
Pues bien, ya en el km 6, la tija se baja el medio centímetro que le di de margen. Sólo me quedaba pedalear, tener la suerte de que no se bajase y en tramos de baches y zonas con irregularidades, no apoyar el trasero e ir acoplado con el “culo” un poco elevado ( vaya “tostada «de piernas, amigo). Mientras luchaba por esto, pensaba qué hacer si no aguantaba y se bajaba más de lo que había considerado como una altura tolerable.
Se me ocurrió que si se me bajaba, cogería un gel de los que llevaba de 32gi, untaría el tornillo y la tija de gel para que no resbalase y el envoltorio lo usaría como superficie de apoyo entre tija y placa de presión de los tornillos para que el apriete no llegase a la zona de rosca conflictiva. Por suerte, no tuve que ponerlo en práctica y a falta de 25 kms de bici ya tiré con todo , como si llegaba a modo triciclo sobre el sillín, ¡oiga!
Ahora que recuerdo, ¿y si me hubiese pasado algo? Mmmm… porque la gran organización sólo tenía una moto dando vueltas, vi un par de guardia civiles y no vi ni un juez. ¡Vaya!
( foto facebook triatlón Ibiza triatlón)
Tocaba carrera. Ya no era el circuito del año anterior en el que 8 kms de vuelta eran llanos y se subía una vez por vuelta el castillo. Esta vez, se cambió el circuito y se subía y bajaba el castillo nada más que seis veces, digo nada más porque se podía haber pensado en 8 o en 10 pero sólo se les ocurrió en 6. Otro detalle de este circuito era una zona de CUÁDRUPLE cruce, es decir, pasabas 4 veces por el mismo metro cuadrado sin nada marcado al respecto ni nada diferenciador de una dirección u otra ( a excepción de un amigable voluntario que intentaba recordárselo a todo el mundo que pasaba por allí). Lo que llevó a múltiples despistes tanto involuntarios como, alguno se comenta en la redes, voluntario de algunos triatletas (yo llegué a ver a más de uno que no pasó nunca por meta porque se quedó dando vueltas en ese bucle por despiste. Eso sí, luego al darse cuenta fue a meta para salir en clasificación)
A esto, hay que añadir que el calor y el sol pegaban, algo que en la bici ya se notaba y por lo que sacrifiqué agua, para echármela en el cuerpo de manera que podía refrigerarme. ( podéis pensar que la podía coger en los avituallamientos, pero la organización los dispuso algo lejos y con la inteligente idea de entregar los bidones a la mitad del contenido, unos 250-300 ml) Tened en cuenta que en esta prueba las estrategias a llevar a cabo para minimizar los limitantes del rendimiento van a ser: ser capaz de ahorrar azúcares (llevando ritmos óptimos), mantener buena glucemia en sangre (en carrera), evitar la des-hidratación y controlar la temperatura interna mediante hidratación y refrigeración.
Mi objetivo gracioso del día era bajarme de la bici y pillar a Isa y a Alberto en cuanto volviesen de su última vuelta en el half, más bajarme de la bici en un circuito nada llano con una media de unos 30 kms/h para volver a Las Rozas y poder llevar la cabeza alta ante el proTeam del Kalamos (¡jajajajajajajajajajaja!).
Y así fue. Vi primero a Isa con buen ritmo y buena cara, llegó en el top 10 de esta final de Copa de España de media distancia. Luego vi a Alberto, y en cuanto a la bici, ya sabía que había hecho una bici digna para lucir ante los colegas (¡je, je!, tonterías de “viejovenes” que hacemos triatlón). A quien no conseguí ver pero si escuchar como me animaba, fue a mi alumna Anita que hizo un gran Half plantándose en el 5º puesto de la general ( ¡enhorabuena!)
Comencé la carrera a pie con la idea de llevar un ritmo tranquilo para cumplir con el evento, sus 30 kms y mantenerme sano toda la carrera. Venía en la reserva, con las sobras de la temporada y sabía que la dureza del agua y la bici, junto al calor, iba a hacer mella a los más atrevidos y nobeles en esto. Esto era un triatlón de experiencia como se puedo ver durante todo el recorrido.
Las subidas difíciles por su adoquín y desgaste te llevaban (bueno, me llevaban) desde el ritmo que mantenía a 5.20-30 a un ritmo por encima de 8 kms/h, los triatletas se “peleaban” por agarrarse a la barandilla y subir con seguridad para no resbalarse. Las bajadas, pretendías correr pero el adoquín irregular y el suelo pulido llamaban a la prudencia y encima, el sol daba fuerte.
En estos casos de calor y con unos avituallamientos mal organizados, hay que conseguir en la medida de lo posible botellas de agua con tapón. Las coges y te las llevas contigo pues habrá zonas del circuito que no entre la brisa del mar y que hagan que tu temperatura interna aumente. Cuando vayáis a una prueba de larga distancia, fijaos en la distancia entre avituallamientos. Una distancia superior a 2,5 kms puede plantear necesidades y problemillas. En este caso estaban muy separados y uno de ellos estaba “muy poco inteligentemente” colocado, pues estaba en el extremo del circuito, en el punto de giro. Por tanto, sólo lo coges una vez. Si lo hubiesen colocado a 1 kilómetro del punto de giro, se podría coger a la ida y a la vuelta y se tendrían mejores condiciones de seguridad y de comodidad para los triatletas.
Pero sigamos corriendo. Prioridad, mantener ritmo en llano, subir y bajar como se pueda y no parar de refrescarse, beber y meter azúcar. Así fue.
Cada vez que pasaba por la alfombra de control de chip, pensaba en mis compañeros del Kalamos y el seguimiento que hacen de las pruebas. Deseaba llegar a una de ellas para que supiesen que todo iba ok y cuando me acercaba al punto de giro cerca de la meta, sabía que Isa estaría allí y la podría indicar que todo iba sin problema (aparte de hacerme fotos y dar envidia a mi compañero Viti del Kalamos).
Sólo una crisis en la última vuelta me obligó a entretenerme un poco más de lo normal y echarme 3 botellitas de agua en el avituallamiento del extremo alejado del circuito. Vi a mucha gente retirándose, a muchos andando hacia la segunda mitad del segmento de carrera, y casi todos, eran noveles que salieron a correr como si no hubiese un mañana, sin darse cuenta que la Larga Distancia no es una prueba de velocidad sino de paciencia y de buena ejecución.
Hacer lo que debes en cada momento en una prueba de este tipo te lleva a poder llegar al arco de meta donde me esperaba Isa con la medalla y que tras su abrazo, como es natural en mí, con mi delicadeza y romanticismo solté un… ¡Bueno! ¡Hecho!¡Ya está! ¡Vámonos! ( ¡jajajajajaja!). Menos mal que me conoce, que si no….
Ya con esta prueba acaba una fructífera temporada con serios cambios nutricionales a mejor, una media maratón, una prueba de 32 k de carrera, 3 medios Ironman, un Larga Distancia y Challenge Roth. La primera temporada, tras mi lesión del 2012 en la que he podido entrenar para rendir y competir por encima del sencillo hecho de participar. Agradecer el apoyo a mis colaboradores como 32gi, Totum Sport, destacar dentro de ese apoyo a Triatlon Store como parte importantísima del 2016, a Isa sin palabras (ya se lo diré al oído 😉 ) , a todos los que me siguen en redes, a mis deportistas que me aguantan y… mención significativa a la nueva hornada de ilusión de ese grupo del Club Kalamos, que me han ayudado a ser de nuevo competitivo conmigo mismo y mi aprendizaje.
Feliz nueva temporada a todos