EL uso de material auxiliar en el entrenamiento de natación tiene como objeto el facilitar situaciones o proporcionar retos para conseguir un estímulo que nos haga mejorar. Según lo uses, podrás ir en una u otra dirección.
Uno de estos elementos de «ayuda» son las palas las cuales aparecen en diferentes formatos, tamaños y formas como lo que algunos denominan “antipalas” (accesorio con el lado que se ofrece al agua con forma cóncava que dificulta el apoyo. Indicado para muy, muy expertos). Las tenemos del tamaño de los dedos (juveniles, de principiante,de remadas y braza), las tenemos convencionales, también como «sartenes» (no recomendadas a no ser que seas un grandísimo nadador y de gran fuerza) las tenemos con una aleta central que ayuda a un mayor apoyo en ciertos ángulos y también podemos verlas más o menos ergonómicas.
Sea como sea, la pala tiene como uso básico el trabajo de fuerza específica del nadador. Cuando uno se pone las palas es para darle “cañita al tema”. Ni los tiempos ni el número de brazadas puede empeorar con el uso de las palas. Si es así, es que todavía no estás preparado para ellas como método de fuerza y debes llevar una buena progresión en su uso y en la adaptación a ellas.
Como habéis leído, he escrito que su uso básico es el trabajo de fuerza específica y no he dicho que sea exclusivo, pues bien empleadas se les puede sacar partido como herramienta para mejorar ciertos aspectos técnicos.
Por lo general la pala se sujeta a la mano por medio de unas gomas, éstas sujetan los dedos corazón y anular junto a otra goma que sujeta la muñeca ( a veces tenemos palas que sujetan en vez de la muñeca el pulgar y meñique). Lo que sí debe quedar claro, es que la pala nunca se sujeta haciendo presa con el pulgar y el meñique pues anula el efecto de la sensibilidad de presión sobre los receptores de la mano, muy importantes para percibir la sensación de apoyo en el agua en toda la fase acuática.
Si la pala sólo la sujetamos por medio de la goma del dedo corazón, estará en una situación inestable lo que provocará que se mueva en cuanto la presión del agua, en el movimiento de la mano, no sea en la dirección correcta. Si la presión es en el ángulo correcto, la pala se mantiene pegada a la mano, si no es así, si la mano no va bien orientada en su apoyo en el agua, se descolocará debido a la resistencia del agua.
Por lo tanto, el uso de la pala de esta manera nos servirá para cerciorarnos de que la mano siempre lleva la orientación correcta para que las fuerzas de sustentación y empuje sean óptimas.
Podemos usar esto en el método de técnica sensibilidad que nos proporcionan los ejercicios de remadas ( movimientos parciales de las manos en el agua al estilo de las nadadoras de sincronizada). Si los apoyos no son buenos las palas se moverán. Recordad que hemos quitado la goma de la muñeca pues si la pala está estable por medio de las sujeciones, el ejercicio de remadas se transforma en un ejercicio de fuerza.
Otra manera de usar con un criterio técnico las palas es la técnica de contrastes. Nadaremos con una pala en una mano y en la otra no. De esta manera existe un contraste que el sistema nervioso percibe y por tanto va siendo educado desde las propias sensaciones del nadador. El nadador es el que se autocorrige al percibir las sensaciones de mayor o menor presión.
Para finalizar quiero que tengáis en cuenta que el primer paso es siempre mejorar la técnica. El uso de las palas viene después como método de fuerza específica, para ciertos aspectos técnicos y siempre haciendo caso a los criterios de los principios de entrenamiento y a la supervisión de vuestro técnico.
Buenas brazadas a todos.