Podría escribir muchas líneas con argumentos científicos explicando los detalles que demuestran cómo una persona es un corredor habilidoso o se convierte en un corredor habilidoso. Es decir, es un corredor técnico, ágil y con menor riesgo de lesiones.
Pensando en qué transmitir he tomado la decisión de ir directo al grano y hacer ver cuál es el paso importante a dar para que uno sea un corredor mejor.
El ser humano tiene tres maneras de desplazarse en bipedestación que son andar, correr y esprintar (figura 1). Cada uno de estos desplazamientos tiene una cinética (representación gráfica de sus fuerzas) y una cinemática (formas que se adoptan para poder llevar a cabo las funciones que hemos indicado).
figura 1. desplazamiento humano (bipedestación)
Como podéis ver en la siguiente representación en muchas ocasiones (en la mayoría diría yo) se está pasando de andar a un andar rápido con vuelo. La persona se convierte en un corredor “normal” o lo que algunos llamamos en nuestros cursos el “jogger”. Se trata de una persona que corre con pisada adelantada, taloneando y con torso inclinado (en ocasiones se convierte en un jogger modificado que pisa con la punta del pie tras leerse libros de historias de corredores o escuchar sabiduría popular).
figura 2. jogger vs runner
Yo en estos casos suelo indicar que se ha aumentado de velocidad pero no se ha cambiado de marcha. Porque empezar a correr, cambiar de andar a correr, es cambiar de marcha como lo es pasar de correr a esprintar.
Ese “cambio de marcha” se caracteriza por una forma concreta y correcta en la que la postura es fundamental (torso mas bien erguido), el ritmo de paso debe ser el adecuado (en torno a los famosos 180 pasos minuto. más bien de 170 a 185 según habilidad y ritmo), existe cierta relajación y fluidez en los movimientos y la activación de los flexores de rodilla junto al punto de apoyo del pie son correctos (apoyo de medio-antepie para entendernos y un ligero beso del talón en el suelo tras ese apoyo inicial).
Todo esto implica recuperar la función de unos pies que hemos perdido y sus habilidades de amortiguación y reactividad, gracias a la capacidad elástica de estructuras de la pantorrilla y del propio pie. Algo que no es posible si no trabajamos esas zonas y si no corremos de la forma correcta.
Parece difícil pero realmente estamos programados para ello y hemos evolucionado durante miles de años para poder realizar esta habilidad que llamamos correr, “correr natural”.
¿Entonces qué ha pasado?
Pues que el cerebro ha ganado la partida. Somos ahorradores, intentamos dar comodidad y eso ha llevado a que dejemos de movernos de manera que cuando empiezas a moverte se te ha olvidado hacerlo bien.
También el estilo de vida, un estilo debida sedentario o de trabajo todo el día en malas posturas que condicionan nuestra funcionalidad, nos lleva a movernos como podemos, como nuestro cuerpo acortado o con vicios, nos deja movernos.
Por otro lado, ya no estás preparado. Has perdido la habilidad y has perdido la capacidad de tus estructuras, al aislar algunas de ellas, como en el caso de los pies encerrándolos en recipientes apretados en ocasiones, excesivamente blandos en otras e incluso, con formas antinaturales para nuestra biomecánica del movimiento.
Por tanto, si quieres correr mejor, mira cambiar tu forma de correr para lo cual habrá que recuperar ciertas habilidades y ciertas funciones complementarias.
Eso sí, si estás contento como estás, no quieres hacer modificaciones, estás a gusto con tus ritmos y no te lesionas pues sigue así ya que algo más importante que ser un purista de la técnica es mantenerse en movimiento y vivir.